martes, 24 de junio de 2014

El fin de un ciclo autoimpuesto


Cuando se me ocurrió todo esto lo recuerdo bien, era una mañana de abril, estaba en el andén de la estación Universidad saliendo de mis clases de inglés y dirigiéndome a mi trabajo de aquel entonces. Estaba escuchando Le jour d'avant de Yann Tiersen y tenía en mis manos Comer, rezar, amar de Elizabeth Gilbert. En el último peldaño de escalera el viento sopló y metió en mi cabeza la idea completamente estructurada, diseñada, lista y con una tarjeta que decía "Hazlo ya". La decisión fue tomada casi desde el principio, pero aún así me di todo un mes para meditarla, pues pasar un año completo sin ingerir ningún tipo de bebida alcohólica, guardando la mitad de mi sueldo, permitiéndome sólo un día al mes de redes sociales y lo más importante, un año entero sin novio, pretendiente o citas de ningún tipo no es algo tan sencillo.

Era algo que debía ser bastante pensado antes de llevarlo a acabo aun convencida de hacerlo y aun con todas las ganas que tenía por ello; lo primero que me atrajo fue que podría obtener de esto una gran purificación tanto física como emocional, como si el sólo hecho de hacer sacrificios llegara a transformarme completamente en sólo un año. Lo segundo, que podría obtener muchísimos beneficios al final de esto, hablando claro, mucho dinero; un año de ahorros bien podrían ser aprovechados en algo realmente gratificante. Y tercer motivo y no menos importante, darle a mi pequeño corazón esa calma que no conoce, detener ese aferramiento al amor del que he padecido desde niña y aplacar esos sentimientos tan viscerales que tengo.


Si he de ponerle una calificación al modo en que cumplí mis votos, le pondría un 7, una calificación aprobatoria pero nada halagadora. Logré lo que buscaba pero no lo hice todo al pie de la letra, caí en varias ocasiones, pero seguí el consejo de mi abuela de continuar en esto aun después de varios tropiezos. Los primeros tres meses fueron un "fail" total al más importante de los votos; no sólo se trataba de no comprometerme en una relación amorosa, sino tampoco salir ni tener citas con nadie y esto no lo cumplí desde el primer día. Quizás fue una especie de "Prueba Divina" envuelta de detalles, palabras, ideas, música y una religiosidad muy cercanas a mi, muy familiares, él reunía las cualidades del hombre que yo había deseado... cuando tenía quince años. Todo acabó mal y las consecuencias fueron su desprecio y saber que tengo un karma por esto que he de pagar de alguna misteriosa forma.


Los siguientes seis meses implicaron una transición gigantesca, un nuevo trabajo me vino a cambiar todo lo que pensaba respecto a mi carrera y respecto a mi misma. Ha sido un gran cambio que aun no puedo asimilar del todo; aun no tengo claros los límites de mi libertad ni de mi responsabilidad, así como tampoco tengo claro que hacer el resto de mi vida. Sólo tengo claro que "dejar de hacer" implicó mucho quehacer.


Fuera de esto puedo decir que si logré lo que quería principalmente: definí mi estilo de escritura, aunque debo admitir que aun no desarrollo, o más bien, aun no me encuentra esa historia que desea que la bautice; logré desenamorarme; logré juntar dinero muy a duras penas y logré calmarme en todos los aspectos. Ahora tanta calma me incomoda, si me siento feliz con todo lo que tengo, pero hay sólo una frase que todos los días me viene a la cabeza con tono impasible e impide sentirme plena: "¿Y ahora qué?"

viernes, 11 de abril de 2014

Hoy te casas

Toda la semana no he hice otra cosa más que pensar en qué ponerme, sólo a escasos minutos de la media noche me dí cuenta de que hoy te casas. Y hasta que entendí la realidad de este acontecimiento fui consciente de lo aterrador que resulta lo mucho que todo cambió.

No he participado en tu dicha como creí que lo haría, no comulgo contigo en algunas cosas, no he hecho mas que ser espectadora, y no trato de menospreciar, es sólo que yo me quedé donde mismo, tumbada contigo en el pasto de la escuela, viendo el cielo oscurecer, hablando de personas que ya no están y sin sospechar a las que están ahora.

Hoy te casas y no puedo evitar sonreír al pensar en el novio, en cómo se ha de sentir estar en sus zapatos, en lo bien que se ven juntos, y en lo divertido que es imaginarme tu cara si te hubieras enterado hace cuatro años que te casarías con él.

Hoy te casas y todo es tan distinto a como alguna vez pensamos. Es un poco triste saber que nuestros sueños anteriores no se cumplieron, pero esa pequeña tristeza no tiene ni un ápice de comparación con la enorme dicha de ahora. La última vez que te vi tomar una decisión tan grande y tan firmemente te fue de maravilla, no dudo que pase lo mismo. Sólo con tu enorme corazón y ejecutando desde tu brillante mente pudiste tomar esos pequeños sueños melifluos y canjearlos por jugosas metas, y todo te salió bien a partir de ahí.

El amor tiene unas formas de ser que jamás voy a entender, con todos esos vaivenes que te hizo padecer, o igual y tenía que pasarte todo eso para evitar que te casaras a los dieciocho. De las pocas formas que logro entender son las que siento, y esa forma de amor que tengo hacia ti me empuja a plasmar mi deseo de felicidad en este texto tan extraño.

Eran las 11:11 de la mañana de este viernes 11 cuando escribí ese deseo, y lo hice sin intensión. Hasta pensar en ti y tus números resulta mágico.

Que seas tremendamente feliz. Te amo cabrona.

domingo, 23 de febrero de 2014

Ajeno inalcanzable

Tenemos muchas formas de variar nuestros rechazos simultáneos; quizás te diste cuenta desde antes que yo, años escribiéndonos y diciéndonos realmente nada.

Ahora cualquier cosa que te diga será en vano, hay más distancia que cercanía entre los dos, por una u otra razón nada se logra ¿Serás tú? ¿Seré yo? ¿Somos los dos?

Tomo prestadas muchas de tus palabras buscando calma en nuestro silencio. Quizás estoy hablando de más, pero te pienso y dueles, porque te amé demasiado pronto y creía que no te podía decir nada al respecto.

El tiempo no puede juntar nuestras almas ahora, no queda más que desaparecer de poco en poco, aceptar lo simple y absurda que es la imposibilidad de amarte como quería, como quiero todavía. No queda más que amarnos en estas condiciones, amarnos como somos, ajenos e inalcanzables, y vivir así siempre. No sé tú, pero yo espero que en alguna otra vida nos volvamos a encontrar, más sanos y menos impedidos de cómo nos conocimos en ésta, y que se pueda lograr lo que aquí no se logró.


Trato de convencerme de esto porque es demasiado esperar que cometas la locura de volverme a ver con los ojos de antes, no es posible y tampoco es justo, sería conformarnos con la mediocridad de nuestros afectos causa de nuestros fracasos. Merecemos que nos amen, meceremos amor, más del que podamos ofrecernos los dos.


martes, 11 de febrero de 2014

Final Alternativo (ca. 2007)

A la primera historia inconclusa que me aconteció, a una muy tierna edad por cierto, le escribí un final alternativo, imaginé en aquellos lejanos años una manera mucho mejor, más agradable y un poco más esperanzadora de terminar lo que me había sucedido en realidad. No usé la eterna libertad que otorga el escribir ficción para crearme un final feliz estilo Disney; eso iba a acabar con los primeros cimientos de lo que creo eran mi sentido común, realismo y sensatez,  y no iba a ayudar en nada a cumplir con el objetivo de escribir un final alterno, que es superar de algún modo un acontecimiento triste que no me dejaba avanzar.

Hoy estoy considerando seriamente volver a utilizar este recurso para otra historia más reciente, por el momento dejo aquí una de las primeras cosas que escribí y que ahora considero que "no me quedó tan mal", Buen provecho.



Final Alternativo

Una vez sola en la habitación, tendida en la cama aun con el uniforme puesto y quitando la sonrisa de amable despedida que portó durante el final de la ceremonia de graduación; las lágrimas fuertemente contenidas fueron liberadas.

Ya no importaba, ya era demasiado tarde, no lo volvería a ver en siete años, o tal vez nunca, tuvo tanto tiempo, tantas oportunidades de acercarse y decirle un adiós cortés aunque bastante doloroso, eso, tal vez hubiera sido mejor que quedarse callada. Ni una palabra, ni una sola mirada, ni un último gesto por guardar los próximos siete años.

“Somos unos estúpidos” fue lo que aprendió de todo el tiempo que pasó en secundaria, desde el primer día hasta el último, siempre cometió una torpeza tras otra. Muchas preguntas invadían su cabeza: ¿Habían jugado con ella? ¿Pudo crear interés o incluso cariño en alguien? ¿Y que hubiera pasado si… todo esto no hubiera pasado? Ya de nada servía hacerse esas preguntas, sus respuestas no le cambiarían la historia, ni le ayudarían a remediar las cosas. Todo iba a quedar sobre papel, cada idea, cada deseo, cada conversación escrita con su mejor amiga y su mejor poema leído a toda la escuela quedaban en su libreta, la misma libreta que compró en segundo grado y la llenó en tercero, solo ahí quedaría todo.

“Si he de superar esto,
Tendré que olvidar,
Si quiero olvidar,
Habrá algo por quemar”

No le ilusionaba mucho la idea, creyó que dentro de unos años le daría risa al leer su vieja libreta, pero por otro lado, tener todos sus recuerdos por escrito no le iba a ayudar a superar. Así que,  con la firme intención de prenderle fuego a sus escritos, se aproximó a su mochila para darle una última hojeada a tantos recuerdos antes de olvidarlos para siempre.

-¡Pero qué putas! ¿Y mi libreta?-

"No espero que me perdones por esto, solo quería quedarme con algo tuyo."

El trozo de papel y unas lágrimas cayeron al mismo tiempo. Su libreta, su tan querida libreta, la misma que contenía sus sentimientos más hermosos pintados de todos colores, estaba ahora en manos del causante de su inspiración.

Se lo tomó bien después de todo, le ahorro mucho trabajo, doloroso trabajo. Y así, como si toda la tristeza se la hubiera llevado el viento que entraba fuerte por la ventana, sonrió, se sintió más ligera y emprendió camino al supermercado después de cambiarse de ropa, despejó su mente de mortificaciones y ahí la vio, una libreta profesional de 300 hojas con un tritón y una sirena en la portada, se sintió feliz de llenar su vació con hojas vacías.

Pasaron unos cuantos días antes de empezar los cursos propedéuticos, estaba muy calmada, mas no significaba que no sufriera, ya era bastante con saber que no volvería a verlo y ahora, tendría que decirle adiós a su mejor amiga. No sería una gran pérdida, se irá a Estados Unidos, sí; estará tres años allá, sí; pero no era lo mismo, entre ellas seguirá la amistad que se vio muy fracturada en el último año de escuela, se llamarían, se verían por lo menos 2 veces al año, sin contar la infinidad de correos electrónicos que se mandarán. No era lo mismo que perder a alguien por siete años sin saber cómo comunicarse y más aun sabiendo la poca probabilidad de encontrarse aun después de ese tiempo. Pero tenía que decir adiós ahora, siempre tuvo este tipo de suerte con las amigas, ahora no lo ve, pero con el tiempo se dará cuenta de que es mejor, ya que a las amigas que no ve tan seguido son las que le durarán toda la vida.

-¿Pero qué te hiciste? ¡Te ves bien chida!-

Ni recordaba que el día anterior se quitó como medio kilo de cabello.

-Pues… quería un cambio; no quería que te fueras sin verlo.-

Hubo como un minuto de silencio entre las dos, con sentimientos encontrados, ella no era la única que sufría la pérdida de un chico. Hasta pareciese que las cosas fueran planeadas, ellas se reconcilian a las tres semanas faltantes para la graduación y una después de dicha reconciliación se enteran que tiene que irse.

Las lágrimas brotaron al mismo tiempo seguido de un fuerte abrazo. Al final quedan las cosas que son para siempre. Decidieron dejarlo así, una sola palabra arruinaría tan lindo momento.

La noche antes de los cursos, agarró su nueva libreta y empezó a escribir. Escribió toda su historia, desde que lo conoció hasta la nota que encontró en su mochila; nunca había escrito tanto en una sola noche. Pero se dio cuenta de algo: Su historia estaba incompleta.

No le cabía en la cabeza que su historia terminase de manera tan mediocre ¡No! Su historia tenía que ser un grato recuerdo. Definitivamente este no sería el final. Después de unos minutos de meditación, llegó ese final que buscaba, y con una gran sonrisa en su rostro y una idea nueva se aventó boca arriba a su cama y durmió.

Esa noche soñó con él, en muchos lugares, en muchos tiempos, en muchas situaciones, sin duda alguna era él, cambiase su voz, su piel, su mirada, sin duda era él; en la escuela, en su casa, en la playa entre olas gigantes, en un nido del tamaño de un estadio con cabañas abandonadas, nadando en ríos color rosa, volando sobre escobas a cuartos secretos.

Despertó de muy buen humor, su día de cursos no fue tan malo como pensaba, tal vez debido a la poca atención  que puso y al entusiasmo enfocado a sus ideas, todo el tiempo de clases se la pasó escribiendo en su libreta.

Su subconsciente se puso de su lado con los sueños de esa noche, otra vez pareciese adrede, esa lluvia de sueños correspondió brillantemente a la genial idea de anoche: Final alternativo.

No uno, si no muchos. En el primero, su amor no se fue, lo vio un mes después de la graduación en la fiesta de una amiga de la escuela y pudo bailar con él al final de esta. El segundo final él pasa esos siete años buscándola, puesto que se descubre enamorado de ella, pero ahora es ella la que viajó haciéndole a él más difícil su búsqueda. El tercero, ella se enamora de un chico de su nueva escuela y dos años después se reúnen su amiga, él y ella casualmente, recordando los viejos tiempos, los tres caminando por la calle ambas a cada lado de él con los brazos enlazados y ella diciendo: Hace dos años habríamos matado por esto.

Fue tanto lo que escribió, que llegó a exorcizarse, pasó un año desde el día de la nota y poco a poco fue superando todo, se volvió a enamorar, unas cuantas veces, cada vez fue diferente, mas nunca dejó de escribir sobre él y ella, se volvió su pasatiempo preferido, ella hacia y deshacía lo que quería, variando historias, personajes secundarios, cualidades de los protagonistas, nombres, podía ir de lo más trágico a lo más cómico.

Pasaron los años y ella siguió escribiendo, pero ahora para televisoras, sus deliciosas mezclas agridulces se hicieron populares entre la gente, le encantaba hacerles finales alternativos a todas las historias fueran suyas o no.

Un día estaba muy quitada de la pena en su oficina y de la nada se le antojó prender la radio, en el programa que sintonizó estaban entrevistando a un cantante nuevo:

“Esta canción es la única que no es mía, por eso es mi favorita; no le pedí los derechos a la autora porque espero que me demande, así podré verla de nuevo…”

Y empezó la canción. La música era preciosa “Quien quiera que sea la autora no debería demandarlo” pensó. Le puso atención a la letra y se quedó helada, pasó por una especie de trance, como un déjà vu muy largo, hasta que lo vio claro, aun sin escuchar el nombre de la canción ni del cantante supo de inmediato quien era.

¡Esa canción era su poema, el poema de su libreta, libreta que años atrás él se la llevó y él, ese cantante, era él!

Todos aquellos recuerdos disfrazados por historias y personajes fueron redescubiertos en segundos. Sintiendo revolotear el corazón y después de una sonora carcajada que exaltó a su asistente, pensó:

“Pobre, deberás esperar un poco más por tu demanda, aunque me arriesgo a que tú me demandes a mi…”


FIN

miércoles, 5 de febrero de 2014

Y por eso te odio 14 de Febrero

Seré honesta, no siempre te he odiado, de niña me gustabas mucho, de niña todo lo que implicara una desmedida cursilería me encantaba, me gustabas porque para mi no eras más que un día de adornos bonitos, chocolates y paletas.

Sé que esta muy mal que te odie ahora por los motivos que tengo, que son dos y uno contradice completamente al otro:

En primera, te odio por tu falsedad, por tu mercantilismo, por tu mal gusto, por la inutilidad de tu mercancía, por tu hipocresía, por tus precios excesivos, por tus rosas rojas, por tu obligatoriedad, por tu condicionamiento afectivo, por agregarle a tu nombre "y de la Amistad" como consuelo de los solitarios.

Y en segunda, te odio porque no ayudas a que piense lo contrario al párrafo anterior. Aunque sea feliz todo el año, aunque haya tenido a alguien que "me amaba", aunque esté rodeada de sinceros afectos, se siente un poco feo recibir nada en un día que esta completamente pensado y diseñado para ello. Pongo el ejemplo de otro día igual de pensado y diseñado para otro motivo, el día de las madres: Puedes amar a tu madre y demostrárselo siempre, pero si se te olvida hacerlo un 10 de mayo a ella no se le va a olvidar.

Igual, a mi tampoco se me olvida que sólo tuve un 14 de febrero bonito los últimos nueve años, como tampoco se me olvida ese día del 2005 que por impuntual me quedé sin una hermosa rosa roja de parte de mis compañeros de clase, ni los años en que teniendo a alguien a mi lado ese día pasaba sin pena ni gloria, en ninguno de ellos hubo rosas rojas. No se me olvida cómo pasé ese día los últimos dos años, uno en casa desempleada y deprimida, y el otro sola en medio del frío silencio de la biblioteca en la que estaba.

Por eso te odio y te odiaré, a menos que este año me entregues esas nueve rosas que me debes, o por fin logre quitarle la importancia a todo esto en definitivo, lo que pase primero.

lunes, 27 de enero de 2014

Saludo anticipado

Toda mi vida he esperado por saludarte, saber si me perderé en la profundidad de tus ojos; preguntarme que clase de infancia tuviste y si también sufriste como yo alguna vez.

Toda mi vida he creído en la existencia de mi alma gemela, y también he creído haberla encontrado en más de una ocasión.


En toda mi vida no he pensado en otra cosa, y por eso te escribo este saludo anticipado. Me queda muy claro que no nos hemos topado siquiera una vez; dejé de buscarte hace algún tiempo, he perdido todas tus pistas, no tengo ninguna seña particular tuya, no puedo siquiera imaginarme cómo eres, nunca había estado tan lejos de encontrarte y por ello creo que estas terriblemente cerca de que tu me encuentres.


Adelantándome a nuestro cruce, te saludo para suplicarte que esperes un poco más.

Acabo de entender que todo cambiará con tu llegada; que cuando llegues te voy a entregar mi vida entera, no la que esta por vivir, si no toda, también la recorrida, cuando llegues no habrá marcha atrás y eso me asusta, no he hecho más que la enorme tontería de esperarte sin prepararme.


Espérame, aun tengo mucho que aprender, mucho que hacer, hay lugares que quiero ver, sabores que descubrir, lenguas que hablar, tengo todavía mucho por leer y mucho por escribir.


Quiero saber enfrentarme sola a las desavenencias del mundo, enfrentarme a la gente, a la suerte, quiero buscar maneras de comprender a Dios y a la muerte. Quiero prepararme para la aventura y desventura que puedan acontecerme en mis propios andares, prepararme para cualquier ridículo caso que me impida conocerte, quizás te conozca en el más impensable de los lugares, encima de una montaña o una pirámide, río arriba o río abajo, en mi casa o a la vuelta de ella, en un antro o en la iglesia. 


¿Que tal si no hablamos el mismo idioma? 

¿Que tal si no te reconozco cuando llegue la hora?

Confieso que no me siento lista para nada en estos momentos, aunque todo hasta hoy indique lo contrario, aunque por primera vez me encuentre a mi misma en las mejores condiciones emocionales para enfrentarte, no me siento lista para las alturas ni las profundidades que me encantaría alcanzar.

Por eso es tanta mi anticipación, permíteme prepararme y sentirme dispuesta a conllevar cualquier posibilidad, prepararme para todo, incluso a que nunca llegues.





sábado, 25 de enero de 2014

Don´t forget

Only a force bigger than love could make us concur.

In the sweetness of his mouth, 
I left my name ten thousand times.

Endless times love and pain were burning 

with the same fervour.

And one day, a big abyss made its way beetween us,

the stark separation was unavoiable,
The time made us strangers.

I missed him, 

I missed the good one, 
the mighty, the protector, 
I missed his strong arms around me, 
I missed his warmth, 
and then I cried sorrowfully.

The boy was turning into a man and the man was turning into a monster...


With a strange face between hurt and deal, 

he realized the sea was fall in love with the mountain, 
and he is only a man in the other side of the deepness .

In the sweetness of his mouth I left my name, 

that sweetness just existed for one second, 
and he has not said my name anymore.

He can't chase me out there,

Or name me out loud.

He is unable to avoid his own dishonor,

And I am unable to love him again.

My kindness died asphyxiated in his arms,

and my whispers in his uncouth hands.

Only a force bigger than love could make us concur...


I must learn to live with that.