viernes, 11 de abril de 2014

Hoy te casas

Toda la semana no he hice otra cosa más que pensar en qué ponerme, sólo a escasos minutos de la media noche me dí cuenta de que hoy te casas. Y hasta que entendí la realidad de este acontecimiento fui consciente de lo aterrador que resulta lo mucho que todo cambió.

No he participado en tu dicha como creí que lo haría, no comulgo contigo en algunas cosas, no he hecho mas que ser espectadora, y no trato de menospreciar, es sólo que yo me quedé donde mismo, tumbada contigo en el pasto de la escuela, viendo el cielo oscurecer, hablando de personas que ya no están y sin sospechar a las que están ahora.

Hoy te casas y no puedo evitar sonreír al pensar en el novio, en cómo se ha de sentir estar en sus zapatos, en lo bien que se ven juntos, y en lo divertido que es imaginarme tu cara si te hubieras enterado hace cuatro años que te casarías con él.

Hoy te casas y todo es tan distinto a como alguna vez pensamos. Es un poco triste saber que nuestros sueños anteriores no se cumplieron, pero esa pequeña tristeza no tiene ni un ápice de comparación con la enorme dicha de ahora. La última vez que te vi tomar una decisión tan grande y tan firmemente te fue de maravilla, no dudo que pase lo mismo. Sólo con tu enorme corazón y ejecutando desde tu brillante mente pudiste tomar esos pequeños sueños melifluos y canjearlos por jugosas metas, y todo te salió bien a partir de ahí.

El amor tiene unas formas de ser que jamás voy a entender, con todos esos vaivenes que te hizo padecer, o igual y tenía que pasarte todo eso para evitar que te casaras a los dieciocho. De las pocas formas que logro entender son las que siento, y esa forma de amor que tengo hacia ti me empuja a plasmar mi deseo de felicidad en este texto tan extraño.

Eran las 11:11 de la mañana de este viernes 11 cuando escribí ese deseo, y lo hice sin intensión. Hasta pensar en ti y tus números resulta mágico.

Que seas tremendamente feliz. Te amo cabrona.